viernes, 22 de junio de 2012

El tráfico y el transporte publico

El otro día os hablaba de los problemas de tráfico de la zona,como uno de los que más debate genera.Se constataba la necesidad de llegar a acuerdos en esta materia,lo que supondría una mejora muy evidente de las relaciones entre la ciudad central y los municipios colindantes.

Si os acordáis,rematé la entrada comentando que no siempre es necesario gastar más para funcionar mejor,y que un buen sistema de transporte público no tiene porque suponer una inversión desmesurada,si no que puede aprovechar lo ya existente..también añadí al final la opinión de un experto sobre la relación coste de la obra/votos ganados.

Pues bien,husmeando un poco por la red he encontrado una entrevista,en el periódico La Vanguardia ,que a mi juicio,viene a resumir todo lo que he venido comentando últimamente en cuanto a temas de transporte y tráfico.



Carlos Daganzo, catedrático de Transporte en Berkeley; honoris causa por la UPCVictor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

"El bus es más barato y eficiente que el metro"

Foto:Jordi Roviralta.

Menos será más

La mejor solución no es la más cara, pero al político mediocre -recuerda el ingeniero Daganzo- le encanta el gran presupuesto y las inauguraciones de postín tras obras titánicas. A algunos ciudadanos también, pero todos estamos aprendiendo. La línea 9 del metro de Barcelona se presupuestó en 3.000 millones de euros y hoy -tras el error del Carmel y con tribunales de por medio- ya supera, según la conselleria, los 7.000 millones. Por eso resulta tan refrescante como insólito el sentido común del ingeniero Daganzo, autoridad mundial en transporte, cuando anuncia el fin de las obras sin fondo, porque con 200 humildes buses más, bien gestionados, Barcelona ya tendría su movilidad servida.

Para qué sirve el tranvía en Barcelona?
El tranvía es menos eficiente que el autobús: es obvio que todo lo que hace el tranvía lo puede hacer el bus, pero no todo lo que hace el bus lo puede hacer el tranvía.

Entonces, ¿qué ventaja tiene el tranvía?
Sólo la estética o la tradición.

La mejor tradición es optimizar gasto.
Pues entonces, el bus es hoy en Barcelona la mejor opción: más eficiente y barato que el tranvía y mucho más que el metro.

¿Más eficiente que el metro?
El moderno bus bien gestionado, con las tecnologías de información on line y modelaje aplicadas al tráfico, es mejor que el metro.

Además te evita ser un triste topo.
Y el metro también es menos democrático que el bus, porque sus escaleras discriminan a los mayores, que temen sus largos -e inseguros- trayectos en el subsuelo.

A menudo con motivo.
Y eso sin citar el enorme impacto ambiental de las costosas y molestas obras del metro, con sus desviaciones presupuestarias.

La línea 9 iba a costar 3.000 millones de euros y ya pasa de los 7.000 millones...
Nos ahorraremos impuestos en evitar obras así, porque el bus moderno bien gestionado no requiere grandes infraestructuras y presta mejor servicio que el del metro.

A mí ya me habían convencido de que el metro era caro, pero insustituible.
Hoy Barcelona tiene 900 buses: con 200 más, cubriría su demanda de movilidad.

¿Más buses no son más atascos?
Sólo si se gestiona mal el tráfico. Y esa es mi especialidad. Hoy el diseño inteligente de sistemas de tráfico hace del bus la opción más eficiente en movilidad urbana.

¿Por qué se nos presenta entonces el metro como la única alternativa?
Supongo que a los políticos les luce más el gran presupuesto y la inauguración de campanillas que la humilde línea de buses.

La tecnología acaba siendo política.
Las soluciones para la movilidad urbana son consecuencia de conciliar posibilidades tecnológicas con decisiones políticas. Yo soy ingeniero e investigo y ofrezco soluciones tecnológicas, pero es el ciudadano quien debe elegir al político honesto que las entienda y ponga en práctica.

¡Pero en un metro cabe más pasaje que en un bus: el convoy es más largo!
El bus moderno también puede engancharse y desengancharse en convoyes y, además, de forma más flexible que el metro, limitado a ir por vías inamovibles.

¿Qué más han inventado ustedes?
También diseñamos paradas en tándem.

¿Cómo son?
Los autobuses circulan en convoy por una línea principal y al llegar a determinadas paradas en tándem, los viajeros se cambian de línea a otra secundaria: las combinaciones para lograr la plena eficiencia son infinitas.

¿Y todos esos buses más, sin atascos?
Es posible con un tráfico inteligente. El carril bus, por ejemplo, no debe estar reservado siempre para el bus. Lo podrían utilizar todos por turnos: un sistema de semáforos podría avisar de cuándo llega un bus y los coches saldrían del carril sólo entonces...

¿Y si los conductores no se apartan?
... Es que si no se apartan, el bus lleva una cámara que fotografía a los infractores.

Entonces, seguro que se apartan.
No basta: un sistema inteligente requiere la complicidad de una ciudadanía inteligente. Hoy, por ejemplo, el ciudadano le exige al autobús una parada muy próxima, pero si aceptara menos proximidad, el bus podría tener más frecuencia y mayor velocidad comercial, lo que haría más breve su trayecto.

El vecino andaría un poco más -que le irá bien-, pero llegaría antes a su destino.
Para mejorar el tráfico privado hay que invertir más en el público. Incentivar, por ejemplo, el uso del bus en hora punta bajando el precio del billete -o subiendo el del parking- haría que todos circuláramos mejor.

Aun así, serían muchos buses y coches.
Pero hoy ya hemos diseñado sistemas para gestionarlos mucho mejor. Un brillante alumno mío, por ejemplo, hoy profesor en el Politécnico de Lausana, ha descubierto una fórmula crucial para evitar atascos: un hallazgo revolucionario.

¿Cómo?
Para evitar atascos sólo tienes que saber cuántos coches circulan por la ciudad en cada momento. Cuando ya lo sabes, puedes regular la entrada de vehículos modulando la duración de los semáforos de acceso.

¿Cómo logró establecer esa relación?
En gestión de tráfico hablamos de un efecto zoom. Cuando estás dentro del coche, parece que el tráfico no tiene lógica, pero si te subieras a un helicóptero, desde allí empezarías a verla y, desde más alto, percibes un sentido en las rutas cada vez más claro.

Como ver las hileras de las hormigas.
Ese zoom se logra con modelos matemáticos. Después, para calcular cuántos coches hay en cada momento, usamos el método de los ictiólogos para averiguar cuántos peces hay en un lago: pescas 30, marcas 3 y los liberas y, al volver a capturar los marcados, puedes extrapolar y deducir el total.

¿Y cómo marcas los coches?
En Yokohama calculan el número de coches en circulación gracias a los GPS de los taxis. Pero, en cualquier caso, para aplicar esas técnicas, necesitamos gestores capaces de entender los modelos matemáticos; sólo así sabrán aplicarlas y defenderlas

2 comentarios:

  1. Y está muy bien lo que dice este señor, pero me parece un tanto utópico.
    La reducción del precio del billete implicaría ayudas por parte de la administración para que la empresa encargada de los buses no perdiese ingresos. Además, sería preciso que la sociedad tuviese un mayor sentido del respeto y de la responsabilidad a la hora de ponerse al volante (o al manillar) para favorecer un uso más eficiente de los medios de transporte.

    ResponderEliminar
  2. Personalmente difiero bastante con este señor. Puede que haya fórmulas que conviertan al autobus en un medio más eficaz, pero es incomparable al grado de ocupación del metro y la frecuencia que este ofrece. Por lo de pronto la convivencia del bus con el transporte privado es gérmen de conflictos inevitables. El clásico círculo vicioso del transporte privado (+infraestructuras, mejor sensación del ciudadano...> más uso dl tte privado..> infraestructuras obsoletas..>+infraestructuras) genera una creciente ocupción de la vía pública que es incompatible con la presencia de un buen transporte en bus. En el caso del metro el uso de la vía pública es irrelevante.
    Me ha parecido muy interesante la entrevista!
    No quiero decir con esto que la solución a todos nuestros problemas de movilidad sea el metro, pero decir que 200 autobuses más resolverían el problema en Barcelona es a mi entender demagógico. Sí estoy conforme con la idea de que hay que acostumbrar a la población a que no pueden coger el metro debajo de la puerta de su casa y que el autobús no los mete en el dormitorio.
    En Santiago de Chile, antes de la incorporación de sistemas de gestión pública del transporte, los ciudadanos estaban acostumbrados a una abundancia dantesca de líneas de transporte que unían prácticamente cada punto de la ciudad (una ciudad con más de 5 millones de habitantes). Hasta que esta costumbre no fue erradicada la gente entendía que recorrer 40 metros para llegar hasta la parada del bus era excesiva.

    ResponderEliminar